La pandemia se expande por todo el mundo. En cada país
empieza de nuevo un ciclo de muertes, mutaciones y contagios. Es posible que
los efectos económicos sean similares en todos los países por los que el virus
pasa, dejando tras de sí una estela de muerte y pobreza; no obstante, las
consecuencias sociológicas, legales y políticas de la pandemia son distintas en
cada uno de ellos. Mientras que en España y en la mayor parte de los países
europeos el virus ha generado una situación de psicosis social y miedo que ha
replegado a la población en sus casas, en Estados Unidos parece ser que el
efecto ha sido opuesto y no hay forma de controlar a las masas que, a la manera
de zombis, asaltan los escaparates de Louis Vuitton, haciendo realidad escenas
de unos cuantos thrillers.
Hemos tenido suerte. La policía no ha tenido que sofocar
durante la pandemia escenas de ese tipo, pero no sabemos si posiblemente tengan
que hacerlo después, tras las consecuencias económicas del virus. Al igual que
las noticias y los titulares, los comunicados, instrucciones, y normas de
diferente rango se replican en la caverna, aunque, paradójicamente, el exceso
de normatividad no garantice el orden y la legalidad entre sus habitantes. La
glosodoxa que la caracteriza se
replica en distintos discursos, ya sean estos de índole informativa o jurídica,
ámbitos que adquieren rasgos de gossip shows, al pretender regular lo
nimio o comunicar la opinión absoluta bajo el ropaje de la objetividad. La
imagen, al ser también un constructo tecnológico y poder transformarse, ya no
es garantía última de objetividad del discurso informativo. En la cultura de la
imagen el producto se rebela contra sus creadores en forma de pseudodiscursos que se retroalimentan e
invaden todos los ámbitos cognitivos.
En este eterno flujo discursivo, donde el individuo es
impelido a producir discurso o invitado a opinar y a participar en su
construcción, la normatividad se va diluyendo y difuminando poco a poco, convirtiéndose
en un discurso más que, como cualquier otro, puede ser producido en cantidades
industriales como editoriales y artículos, a la vez que desoído como una
telenovela en la hora de la siesta.
No sé si nuestro presente es producto de una situación excepcional llamada pandemia, o es la pandemia la consecuencia de un cúmulo de circunstancias que definen la vida humana de los últimos ciento cincuenta años. Cierto es que a la glosodoxa y sus productos solo podremos combatirlas con silencio, a la espera de que pase la tormenta. Mientras tanto, espero que mi gato me enseñe otro lenguaje.
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Lata de sopa Campbell's (1962), Andy Warhol |
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