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19/06/2020

Normalidad

Es preciso analizar las palabras. Muchas veces éstas se refieren a sucesos, acontecimientos o acciones que hemos incorporado a nuestra vida cotidiana. Las palabras convierten en cotidiano lo extraordinario, como es el caso del sintagma nominal “nueva normalidad”, hasta tal punto que hemos normalizado la atípica “normalidad” convirtiéndola en algo cotidiano, cuando en realidad no lo es. Esta es una característica de la pandemia, pero la introyección de estas vivencias y nuevos significados no sería posible sin los artífices de la imagen del mundo en la caverna: los medios de comunicación.

Escuchamos tantas veces a lo largo del día ese sintagma, que se transforma casi en un objeto cotidiano. Todos los agentes comunicadores repiten el sintagma hasta que resuena por las laberínticas galerías de la caverna:

-“Nueva normalidad”, dice el locutor de las noticias del mediodía, que comenta la frase del Ministro de Sanidad.

-“Damos comienzo a la nueva normalidad tras haber superado la tercera fase de la desescalada”, comenta la locutora de radio en un programa vespertino.

Me pregunto si puede haber una normalidad nueva y si es así y es tan normal qué necesidad hay de repetirlo tanto: la normalidad es normal por definición y por costumbre, no por repetición. La normalidad es lo obvio, es tan obvia que no hay necesidad alguna de subrayarla de forma tan insistente. La normalidad es lo cotidiano y por este motivo nos pasa desapercibida, a no ser que hayamos normalizado lo aberrante, lo grotesco y necesitemos torcer el lenguaje para hacerlo común.

Por más que pregonen en la caverna locutores, comentaristas y agentes creadores de pseudosignificado algo llamado “nueva normalidad”, ni a mí ni a mi gato logran convencernos. A mi gato porque le es ajeno el lenguaje articulado y solo responde a sonidos concretos que aluden a mimos, riñas o satisfacción culinaria, que suele diferenciar por el tono de la onda sonora percibida. A mí porque nunca he vivido una “normalidad”, por lo que el sintagma nominal me produce ironía, figura con la que, a duras penas, suelo traducir el cinismo de la sociedad contemporánea.

Francisco de Goya, Caprichos, estampa 79 (1797-1799)
Francisco de Goya, Caprichos, estampa 79 (1797-1799)

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